Existe otra pandemia universal igual o más contagiosa que el COVID-19 pero de carácter mental ¿y nadie se alarma? Esa preocupación obsesiva por el peso normalizada hace que pase desapercibida, sin embargo, ahora parece que todos en menor o mayor medida tomamos conciencia de nuestra obsesión por los kilos, nos incomoda saber que puede haber un aumento de peso en este periodo de aislamiento, y obviamente el malestar no surge desde la importancia por la salud.

“Avísame cuando pueda comenzar a ir a la piscina para dejar de merendar tres veces” está entre el aluvión de mensajes que llegan en estas últimas semanas a nuestros terminales móviles, en forma de “memes” haciendo referencia a los efectos colaterales de la cuarentena en nuestro cuerpo

Pero, ¿realmente es momento de poner el foco en nuestra imagen corporal? como diría el refrán…“éramos pocos y parió la abuela” ¿acaso no tenemos preocupaciones suficientes ya?

Tienes dos opciones a la hora de enfrentar las “crisis de hambre” de las que hablamos en post anteriores:

  • Opción A: Desde el miedo a subir de peso.

Pasos a seguir: restringir excesivamente la variedad y cantidad de las ingestas

Consecuencias: sentirte profundamente tentada/o, atacas la nevera o despensa y comes impulsivamente cualquier cosa.

Resultado: culpa, engulliste todo y no te diste cuenta. Esta culpa te lleva a comer más en el momento o a restringir más aun, con el pertinente efecto paradójico de que brota el hambre real y se camufla con el emocional.

  • Opción B: Desde la conciencia y aceptación.

Pasos a seguir: ante el deseo de comer respira, observa tu emoción, puntúa tu nivel de hambre de 0-10, aun sabiendo que no es hambre real, decides comer, preparas algo nutritivo, eliges el momento de hacerlo y cómo hacerlo

Consecuencias: comes atentamente, con los 5 sentidos y agradeciendo cada alimento Resultado: satisfacción, has comido más lento, disfrutas más de cada bocado, e incluso puede ser que te sorprendas con sensaciones de saciedad antes de lo previsto.

Tú eliges, haz “jaque mate” a la “operación bikini”, busca el equilibrio entre cuidar cuerpo y mente desde la salud, pronto este periodo de confinamiento acabará, es algo excepcional, pero y si durara toda la vida, ¿acaso no desearías salir ahí afuera, poner un pie en la playa o en el borde de la piscina fuese con el cuerpo que fuese?

Relativicemos la importancia de cómo es nuestra figura corporal, potenciemos el valor que supone tener un cuerpo como vehículo esencial para vivir, pues lo necesitamos, sea como sea para poder disfrutar de todas las cosas que ahora echamos de menos.

Nota: para ideas novedosas y nutritivas sobre qué comer en estas crisis de hambre consulta nuestro perfil de Instagram o Facebook.

Autora: Raquel Santana Gómez (Psicóloga de Clínica Varos)
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